Vemos ahora un cerdito zaragozano de El Tubo de Zaragoza. Un cerdito simpático pintado en la fachado para advertirles a los clientes qué se sirve dentro del establecimiento.
Arte, publicidad, buen gusto, color y humor.
Tengo mis dudas sobre su eficacia, pues tiene tan buena cara el cerdo, parece tan simpático, tan amable, que igual da pena entrar a comerte unas costillas asadas a baja temperatura. Su mirada ayuda a perdonarle la vida.
Perdón, perdón, que me dicen que al local ya llegan en forma de carne, que los cerditos simpáticos se quedan en el campo y allí no llegan. Solo es carne.