Consumimos más de lo que deberíamos y lo sabemos. Nos incitan, nos animan a consumir. Y esa realidad también nos la dicen en las paredes. Contra la publicidad engañosa no sirve de mucho una pintada, pero tal vez así logremos entender que lo habitual no es lo correcto.
Este tipo de pintadas en las paredes duran muy poco, enseguida los borran pues son subversivos. Apelan a ir contra lo establecido y eso debe ser pecado.
Esta pintada es de Zaragoza, en las semanas anteriores a unas Navidades. Lógico, es así.